Algunas veces miles de palabras resuenan en mi cabeza, me piden salir, dejarlas reposar en el papel. Otras veces, se quedan ahí dando vueltas, porque necesitan llegar a cada parte de mi cuerpo y ahí convertirse en sensaciones para recordar o para olvidar.
No siempre les concedo lo que piden, porque debo cuidar mucho que no se conviertan en cristales que además de verse bien, hieran.
Quieren pedir, agradecer, maldecir, ofender, presumir, reclamar, preguntar, amar, recordar y también llorar.
Son como gotas de lluvia, frescas pero abundantes y así es como se convierten en un desastre. Un inmenso motivo de preguntas y nuevamente de dolor.
Porqué? ....
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