Palinuro de México. (Fragmento) Fernado del Paso.

viernes, 5 de octubre de 2012
 Eran mis minutos en el auto, encerrada en pensamientos, lo que falta, lo que no he hecho, lo que hay que corregir, la forma de cambiar, solucionar, arreglar, vivir... De repente, una voz conocida hablaba de hacer el amor. Subí el volúmen de la radio, sonaba tan interesante, que hizo que olvidara todo y mi mente dejara en paz lo que en ella revoloteaba, por al menos unos minutos.

Les comparto el texto. Me pareció hermoso, lleno de sensaciones.

Ella y yo hacíamos el amor diariamente.
En otras palabras,
los lunes, los martes y los miércoles
hacíamos el amor invariablemente...
Los jueves, los viernes y los sábados.
hacíamos el amor igualmente...
Por último los domingos
hacíamos el amor religiosamente
.
Hacíamos el amor compasivamente.
Hacíamos el amor deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por  favor, por supuesto, por teléfono,
de primera intensión y en última instancia,
por no dejar y por si acaso,
como primera medida y como último recurso.

Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis:
Y a eso le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mi:
es decir, recíprocamente.

Y cuando ella se queda a la mitad de un orgasmo
y yo con el miembro convertido en un músculo fláccido 
no podía llenarla
entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo  me
imaginaba que no iba a poder, y no podía,
y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía,
o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de
los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos, entonces,
que habíamos hecho el amor aproximadamente.

O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío
Esteban le trajo de Wisconsin
que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina,
y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos,
con sus sillas vienesas y sus macetas rosas,
esperando la eclosión de las cuatro de la tarde...
así era como hacíamos el amor nostálgicamente,
viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.

Muchas veces hicimos el amor contra natura,
a favor de natura,
ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida,
o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.

Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimientos y sin sentido.
Con sueño y con frío 

Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida,
y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor inútilmente.

Para envidia de nuestros amigos y enemigos,
hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente.
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente.

Hacíamos el amor físicamente,
de  pie y cantando,
de rodillas y rezando,
acostados y soñando.

Y sobre todo,
y por la simple razón
de que yo lo quería así.
Y ella también,
hacíamos el amor...
voluntariamente



Nota: Mis letras hoy nuevamente encuentran cauce. Espero pronto vuelvan a salir y hagan tanto bien y ayuden como antes los hacían.



Aprender...

martes, 24 de julio de 2012


Mis letras siguen ahogadas, perdidas; pero caminando.
En la pausa del mundo, buscando moverse.


En tanto, tomo lo que escucho, lo que veo, lo que me gusta y lo que me recuerda la enorme luz que en este mundo hay.



Entre tanto, hay mucho que aprender y otro tanto que recordar...


DEBO APRENDER: que enamorarme no es obsesionarme ni irme a los extremos.
DEBO APRENDER: que no debo poner toda la motivación de mi vida en una persona.
DEBO APRENDER: que si pretendo tener una relación de adulto, debo comportarme como tal.
DEBO APRENDER: que no es bueno sobrevalorar, endiosar, ni idealizar a nadie. Porque todos somos humanos, y no debo esperar de mi pareja más de lo que puedo esperar de un ser humano.
DEBO APRENDER: que es bueno ser como soy, siempre y cuando esto implique que mis conductas sean aceptadas a quien esté conmigo.
DEBO ACEPTAR: que los planes pueden desaparecer en un instante, porque el futuro se mueve y no como a mí me de la gana. Si éste me permite hacer algunas cosas sobre él, debo estar agradecido y no lamentándome por todo lo que no pude hacer.
DEBO ACEPTAR: que alrededor del amor, la sociedad ha creado muchas cosas que son creencias para todos, pero resulta que al vivirlas son un fraude.
Por eso debo afrontar la cara a la verdad de la relación objetivamente y no continuar una relación por una falsa comodidad o por miedo al dolor.
Si la vida me demuestra que aquello en lo que puse mi corazón es una mentira, debo aceptarlo; llorando, desahogándome y renaciendo como la nueva persona que seré.

DEBO ENTENDER: que no se debe rogar amor y que una relación de pareja no es para vivir angustiado.
DEBO ENTENDER: que la comodidad que me brinda la rutina es falsa porque la vida está en constante cambio, por eso es necesario aprender a tolerar la inseguridad natural que se maneja en la vida cotidiana.

DEBO ACEPTAR: que en el amor, como en cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores, esto te produce miedo y lo único que hace es dificultar más las cosas.
DEBO ACEPTAR: que en algunas ocasiones es necesario pasar por un gran dolor para conocer una gran felicidad, ya que a veces el suelo del fondo es el más apto para brincar.

DEBO TENER PRESENTE: que el sentir algo hoy, no implica que lo sienta mañana, y así como me permito disfrutar, también debo permitirme llorar, ya que el dolor es parte de la vida, al igual que el placer.

DEBO MEJORAR: mi AUTOESTIMA.
Para que la partida de quien quiero no me haga sentir despreciado, humillado o rechazado.
Para no ser tan sensible al abandono.
Para que no hiera mi ego.
Para no terminar creyendo que me dejaron por feo o por tonto
Para poder aceptar que simplemente funcionó el tiempo que tuvo que funcionar.
Para no arrastrarme poniéndome de alfombra a los pies de nadie.

DEBO ACEPTAR: que a quien le agrado hoy, no es seguro que le agrade mañana.
Y eso no tiene por qué ofenderme...
Si acepto que a veces las personas no pueden dar más, ni yo mismo
Si acepto que quien esté conmigo tiene derecho a no estarlo y a que yo no le agrade por la convivencia que tuvimos y que no sea aceptado o simplemente tolerado, el tiene ese derecho a disentir
Si acepto que quien amo, tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque a mi no me satisfagan.

DEBO RECORDAR: que a veces, lo bueno se obtiene esperando y presionando se arruina.
Por eso es necesario tener paciencia, esperar tranquilamente y RECORDAR...

Que la impaciencia es producto de un impulso emocional que tal vez pronto pasará.
Que la impaciencia asfixia a quien está conmigo.
v Que la presión se puede convertir en acciones irrespetuosas.
Que tomar una decisión mientras estoy impaciente es peligroso, porque estoy influido por un estado emocional extremo y pierdo toda objetividad, ahí no va mi verdad, va mi impulso, mi compulsión, y podría hacer algo de lo que me arrepienta.
Además, si soy paciente no veré como sufrimiento el tiempo que estoy en espera.

DEBO APRENDER: a no ser posesivo.
El que alguien se vaya no es perder una pertenencia que me gustaba mucho. Mi pareja no es mía, es prestada, y "su dueño" tiene derecho a llevárselo cuando desee. Y aunque "ser dueño" de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, debo entender que eso es una ilusión.
Aunque crea que es mía, no lo es, por lo tanto...

No puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo.
No puedo esperar que haga sólo lo que yo desee.
No puedo controlarle, manipularle, adueñarme de ella, ni controlar su destino.
No debo reclamarle a la vida porque me quitó lo que me prestó.

Autor desconocido

Las Distancias.

miércoles, 6 de junio de 2012
Hoy, una extraña compañera me regaló este cuento.
Llegó tan profundo a mi alma, que me hizo llorar.
Le puse voz, lo leí una y otra vez; me desarmó el alma.








LAS DISTANCIAS

Será por eso, porque los dos llegaron al lugar cargados con su historia, porque los dos llegaron al beso con el mismo hermetismo, encerrándolo adentro de la piel.
No se entregaron.
Hubo un intento, apenas un intento.
Un barco que quiso llegar a puerto pero se dejó arrastrar corriente aguera, hacia cualquier tormenta, o hacia la misma tormenta de siempre.
Ella llevaba en sí largas caminatas por mañanas de sol, desolados cansancios de tardes amarillas, el oído alerta para la llamada del despertador, la mano preparada para sacar el boleto del tren del bolsillo interior de la cartera, la lengua fría por un helado de frutilla saboreado sin prisa.
Él llevaba pegado a sus talones el polvo de las mismas baldosas andadas y desandadas varias veces al día, un aplazo en un examen de la Facultad, cinco novias distintas y repetidas hasta el aburrimiento, las ganas de no haber devuelto, aquella vez, la billetera que encontró en la calle.
Y además llevaban otras cosas.
Ropas que fueron usadas y después regaladas.
Canciones de moda que se les pegaron y canturrearon bajo la ducha, quizás las mismas canciones a un mismo tiempo, pero en lugares diferentes.
Tal vez algún asomo de alegría vivido a un tiempo, pero separados.
Tal vez alguna tristeza inmensa en una misma noche, pero bajo techos distintos.
Lo sabían todo el uno del otro.
¿Qué puede haber de misterioso en la vida de una persona?
Y, sin embargo, no sabían nada, porque ignoraban nombres y fechas y lugares donde habían pasado los veranos.
Hubieran tenido que contarse todo.
Hubieran tenido que hacer una larga lista de cosas, de sorpresas, de lágrimas, de sonrisas, de sobresaltos, agonías, desencantos, temores, de películas y libros y poemas sabidos de memoria, de casualidades, descubrimientos, de aceptación y de rechazo. Hubieran tenido que pronunciar cientos de miles de palabras que fueran descascarando la soledad hasta dejar el cuerpo preparado para la entrega, para la confianza. Hubieran tenido que atreverse a jugar una carta, el todo por el todo, quitarse la máscara, esconder la reverencia, decir la verdad, sea cual fuere, mostrar las lastimaduras, las arrugas, las vetas de oro, las napas de barro.
Pero no se animaron.
Les faltó valor.
Ellos dijeron que les faltó tiempo. Pero les faltó valor.
Estaban engolosinados en su propia tristeza, estaban prisioneros bajo el caparazón de la comodidad, no querian tomarse el trabajo de quitarse los siete velos y ver la desnudez de la felicidad... porque temían que después del séptimo velo apareciera de nuevo la soledad, la terrible, la zorra, despiadada.
Y entonces caminaron juntos unos pasos. Y entonces se estrecharon fuerte, se besaron, cerrando los ojos porque cada uno quería mirarse a sí mismo, nada más que a sí mismo y no al otro.
Estuvieron acariciando el limite, lo exterior, la impenetrable puerta, la puerta con cien cerrojos; y ninguno de los dos quiso buscar las llaves, ninguno de los dos quiso empezar a abir, ninguno de los dos quiso saber que había en realidad detrás de la puerta que los separaba.
Por eso fracasó el encuentro.
Porque cada uno fue a encontrarse consigo mismo.
Porque cada uno fue a alimentar con llanto su propia soledad.
Porque cada uno llevó a su distancia y la puso en el medio.
Y a pesar de los besos, y a pesar de ser un hombre y una mujer llenos de posibilidades, se dijeron adiós y lloraron, pensando que lloraban por decirse adiós, pero sabiendo que cada uno lloraba por sus viejos dolores, otros adioses, por otros intentos y otras historias. Y porque ya nunca podrian borrar las distancias que los separararían de ellos y de los otros que quisieran, alguna vez, acercarse a ellos.

De Cuentos para leer sin Rimmel-Poldy Bird


Mis letras ya no son mías...

viernes, 1 de junio de 2012

Mis letras ya no son mías.

Ahora tengo una gran dificultad para encontrarlas.

En mi cabeza un solo pensamiento da vueltas sin cesar. Y no hay espacio para pensar mis sentimientos, como hace mucho lo hacía en este espacio.

Mis letras ya no son mías, se fueron con mi vida, con mis sueños, con mi más profundo deseo y todas mis ilusiones.

No sé cuando vuelvan. Las extraño. 
  

Ayer, después de contemplar la puesta del sol, este texto llegó a mis oídos.
Me cautivó.

Decía tanto de lo que pienso, de lo que soy… y de lo que creo.

Mi corazón lo abrazó de una forma en que… no tengo palabras para explicar.

Y causó emociones… de las que tampoco tengo palabras para explicar.

Sólo quiero compartirlo o quizás dejarlo aquí guardado… 
como un recuerdo a eso que el corazón a veces  busca, a veces entrega.


El placer de amar
Amar no es una obligación, sino un privilegio.

No se puede amar por presión ni por deber, sino porque es el mayor placer en la vida; amo por gusto, porque puedo amar; no amo para cumplir ninguna regla, ni para hacer méritos ante nadie; amo por el simple y maravilloso placer de amar.

Te amo y en este momento acepto la aventura de explorar y descubrir contigo lo que guardas más allá de tus máscaras y tus defensas. Contemplo con ternura tus más profundos sentimientos, tus temores, tus carencias, tus esperanzas y alegrías, tu dolor y tus anhelos.

Te amo, y comprendo que detrás de tu coraza se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga y de una sonrisa sincera en la que puedas sentirte en casa.

Te amo y con el mayor respeto entiendo que la desarmonía y el caos en los que a veces vives son el producto de tu ignorancia y de tu inconsciencia. Me doy cuenta de que si generas desdichas es porque aún no has aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones te sientes tan vacío y tan carente de sentido, que no puedes confiar en ti mismo/a ni reconocer tu riqueza; pero en este instante, descubro y honro, por encima de cualquier apariencia, tu verdadera identidad y tu valor, y aprecio honestamente tu infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.

Te amo y sinceramente desde hoy te brindo la oportunidad de ser escuchado/a con profunda atención, interés y respeto. Acepto tu experiencia sin pretender modificarla, sino comprenderla. Te ofrezco un espacio en el que puedas descubrirte sin miedo a ser calificado-a, en el que sientas la confianza de abrirte, sin ser forzado-a a revelar aquello que consideras privado.

Reconozco que te amo y a partir de este momento te muestro que tienes el derecho inalienable de elegir tu propio camino, aunque éste no coincida con el mío. Desde este instante, te permito descubrir tu verdad interior por ti mismo-a, a tu manera.

Te aprecio sin condiciones, sin juzgarte, sin reprobarte, sin pedirte que actúes de acuerdo con mis expectativas, sin exigirte que te amoldes a mis ideales; tienes el derecho de ser tú mismo-a.

Te amo y te valoro por ser quien eres, no por ser como yo quisiera que fueras. Confío en tu capacidad de aprender de tus experiencias y de levantarte de tus caídas, más fuerte, más maduro-a; tengo plena fe y absoluta confianza en tu poder como individuo.

Te amo y gozo de la fortuna de poder comprometerme voluntariamente contigo, y a partir de este día respondo en forma activa a tu necesidad de desarrollo personal. Creo en ti cuando tú dudas; te contagio con mi vitalidad y mi entusiasmo cuando estás por darte por vencido-a; te apoyo cuando flaqueas, te animo cuando titubeas; te tomo de las manos con firmeza cuando te sientes débil; confío en ti cuando algo te agobia; y te acaricio con dulzura cuando algo te entristece, sin dejarme arrastrar por tu desdicha.

Te amo y comparto tus alegrías y me regocijo contigo cuando te sientes dichoso-a. Me deleito en tu presencia, más no pretendo poseerte; disfruto de tu compañía, pero no deseo retenerte ni impedir tu vuelo. Paladeo el regalo de compartir en el presente, por el simple gusto de estar juntos sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderte libremente.

No te quiero mío/a, te amo tuyo/a, te amo libre; te amo, como amo a la brisa que viene y va, y acaricia mi mejilla.

Te amo y tengo la suficiente humildad como para recibir tu ternura y tu cariño sin representar el papel del que nada necesita; acepto con gusto lo que me brindas, pero no exijo que me des lo que no puedes o no deseas.

Te amo y le agradezco a la Vida el prodigio de tu existencia, pues siento tu presencia una auténtica bendición en mi sendero; gracias por ser.

Te amo y precisamente por eso no dependo de ti, pues si dependiera no sería amor sino carencia; al no depender de ti puedo amarte. 

Hoy disfruto de nuestro encuentro, sabiendo que cada día es una aventura incierta y que el mañana es una incógnita perenne. Desde hoy, vivo como si fuese el último día que puedo compartir contigo, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que te tomo de la mano, y en esta forma hago que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

Me atrevo a mostrarte mi cariño espontáneamente a través de mi mirada, de mis gestos y sonrisas, de mi caricia firme y delicada, de mi abrazo vigoroso, de mis besos, con palabras francas y sencillas, te amo.

Te valoro por ser quien eres, aprecio tus riquezas interiores, aun aquellas que tú mismo-a desconoces. Veo tu potencial latente y desde hoy colaboro para que florezca la semilla que se encuentra dormida en tu interior.

Tu desarrollo personal me importa honestamente, cuentas conmigo y desde este momento te permito descubrir tus capacidades creativas y aliento tu posibilidad de dar todo el fruto que puedes dar; con gusto develo ante tus ojos el tesoro que llevas dentro, y coopero contigo para ser de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
Te amo y también me amo a mí mism@ y por eso desde este día también me atrevo a establecer mis propios límites, y a mantenerlos firmemente; me respeto a mí mism@ y por ello con todo mi amor, no permito que trasgredas mis derechos personales, ni que me ates, ni que coartes mi libertad para ser quien soy.

Te amo y tengo tanta confianza en mí mism@ y en ti, que sin temor a que nuestra relación humana se perjudique, desde este instante me siento en la libertad de expresarte mi enojo, sin ofenderte, y puedo manifestar lo que me molesta e incomoda sin intentar hacerte daño o lastimarte; soy sincero-a y veraz contigo.

Te amo, por eso también reconozco y respeto tus limitaciones y así te aprecio, pero no te idealizo. Comparto y disfruto los acuerdos y acepto los desacuerdos, y con absoluta certeza te digo que si llegara el día en que evidentemente nuestros caminos fueran incompatibles sin remedio, yo soy capaz de despedirme en paz y en armonía, de tal manera que ambos nos recordemos con gratitud por los tesoros compartidos.

Te amo y al amarte veo en ti más que tu individualidad como persona; te percibo y te valoro como una expresión del Ser Humano, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada Ser Humano, de la cual yo mismo-a formo parte.

A través de ti reconozco el milagro indescriptible de la Naturaleza Humana que es mi propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; a través de ti, puedo apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la Humanidad, así como sus lados oscuros y sombríos.

Te amo y en ti amo al Ser Humano en su totalidad y amo la auténtica Naturaleza Humana tal como es.

Te amo y al amarte a ti, me amo a mí mismo-a y me siento orgulloso-a de ser una nota digna y valiosa en la sinfonía de este mundo.


En mi cielo...

miércoles, 18 de abril de 2012
"La ventaja de morirse un rato es que uno aprende que puede volver a vivir. Que justo donde está el final se encuentra el principio de lo que sigue, que el miedo que has vencido con esa muerte te hace fuerte y te permite experimentar con más determinación lo nuevo que llega a tu vida; porque el alma siempre está donde tiene que estar, el alma sabe que a pesar de "las muertes" permanece, porque lo que tu eres en esencia nunca muere aunque el vehículo en que viaja sí lo haga, porque con cada muerte hay un renacer, un aprendizaje que te lleva a un crecimiento interno; porque cada muerte te va marcando, cada muerte te va cambiando, cada muerte te va transformando..."      Luna Negra. Martha Carrillo.


He muerto y vuelto a renacer... 



La relación perfecta.

miércoles, 29 de febrero de 2012


LA RELACION PERFECTA

Imagínate una relación perfecta. Siempre te sientes feliz con tu pareja porque vives con el hombre o con la mujer perfecta para ti. ¿Cómo describirías tu vida con esta persona?



Bien, la manera en que te relacionas con ella será, exactamente, la manera en que te relacionas con un perro. Un perro es un perro y hagas lo que hagas, seguirá siendo un perro. No puedes convertir un perro en un gato o en un caballo; es lo que es. Aceptar este hecho en tus relaciones con otros seres humanos resulta fundamental.


No es posible cambiar a las personas, las amas tal como son o no las amas; las aceptas tal como son o no las aceptas.
Intentar cambiarlas para que se ajusten a lo que tú quieres que sean es como intentar que un perro se convierta en un gato o que un gato se convierta en un caballo. 
Es un hecho: son lo que son y tú eres lo que eres. Bailas o no bailas. Es necesario que seas completamente sincero contigo mismo: decir lo que quieres y ver si estás dispuesto a bailar o no. 

Entiéndelo bien, porque es muy importante. Cuando realmente comprendas, probablemente serás capaz de ver lo que es verdad para los demás y no sólo lo que tú quieres ver. Si tienes un perro o un gato, piensa en cómo te relacionas con él. 

Supongamos, por ejemplo, que es un perro. El animal sabe qué hacer para tener una relación perfecta contigo. Cuando tu perro hace algo mal ¿cómo reaccionas ante él? A un perro no le importa lo que tú hagas; sencillamente te ama. No tiene ninguna expectativa. ¿No es maravilloso? Pero ¿qué ocurre con tu novia, tu novio, tu marido o tu mujer? Tienen muchas expectativas y cambian continuamente.


El perro es responsable de la mitad de su relación contigo. Esa mitad de la relación, la del perro, es completamente normal. Cuando llegas a casa, te ladra, mueve la cola y jadea porque se siente muy feliz de verte. Hace su parte realmente bien y tú sabes que es el perro perfecto. Tu parte también es casi perfecta. Te ocupas de lo que es responsabilidad tuya; lo alimentas, cuidas de él, juegas con él. Le quieres incondicionalmente; harías casi cualquier cosa por tu perro. Desempeñas tu parte perfectamente y él la suya con la misma perfección.



La mayoría de la gente es capaz de imaginarse con facilidad este tipo de relación con su perro, pero no con una mujer o con un hombre. ¿Por qué? ¿Conoces a alguna mujer o a algún hombre que no sea perfecto? El perro es un perro y tú lo aceptas así. No necesitas responsabilizarte de él para que sea un perro. El perro no intenta que tú seas un buen ser humano, un buen amo. Entonces, ¿por qué no somos capaces de permitir que una mujer sea una mujer y que un hombre sea un hombre y amar a ese ser humano tal como es sin intentar cambiarlo?



Quizás estés pensando: «Pero ¿y si no estoy con la mujer o con el hombre adecuado?». Sin duda, esta es una pregunta muy importante. Por supuesto, hay que escoger al hombre adecuado o a la mujer adecuada. ¿Y quién es el hombre adecuado o la mujer adecuada? Alguien que quiere ir en la misma dirección que tú, alguien que es compatible con tus opiniones y con tus valores emocionales, físicos, económicos y espirituales.


¿Cómo sabes si tu pareja es adecuada para ti? Imaginemos que eres un hombre y que vas a ser escogido por una mujer. 

Si hay cien mujeres que buscan a un hombre y cada una de ellas te considera a ti posible candidato, ¿para cuántas de esas mujeres serías el hombre adecuado? La respuesta es: no lo sabes. Esa es la razón por la que necesitas explorar y arriesgarte. Ahora bien, te puedo decir por adelantado, que la mujer adecuada para ti es la mujer que amas tal como es, la mujer que no tienes necesidad de cambiar en absoluto. Esa es la mujer adecuada para ti. Si encuentras a la mujer adecuada para ti, y a la vez, tú resultas ser el hombre adecuado para ella, serás una persona afortunada.


Tú serás el hombre adecuado para ella si ella te ama tal como eres y no quiere cambiarte. No siente la necesidad de responsabilizarse de ti; es capaz de confiar en que serás lo que afirmas ser, lo que proyectas ser. Puede ser totalmente sincera y proyectarte a ti lo que es. No se acercará a ti fingiendo ser algo que más tarde descubrirás que no es. La persona que te ama, te ama sencillamente tal como eres.



Porque, si alguien quiere cambiarte, significa que no eres lo que esa persona quiere.
Entonces ¿por qué está contigo?  Sabes, resulta fácil querer al perro porque él no opina acerca de ti. El perro te ama incondicionalmente. Esto es importante. Por lo tanto, si tu pareja te ama tal como eres, te ama del mismo modo que el perro. Puedes ser tú mismo con tu pareja; ser simplemente un hombre o una mujer, al igual que el perro puede ser un perro contigo.


Cuando conoces a una persona, inmediatamente después de saludarte y decirte «hola», empieza a enviarte información. A duras penas es capaz de esperar para compartir su sueño contigo. Se abre aunque ni tan siquiera sepa que lo está haciendo.  Resulta muy fácil ver a cada persona tal y como es. No es necesario que te mientas a ti mismo. Ves lo que estás comprando y bien lo quieres o no lo quieres. Pero no puedes culpar a la otra persona por ser un perro o un gato o un caballo. Si quieres un perro, entonces ¿por qué te compras un gato? Si quieres un gato, entonces ¿por qué comprarte un caballo o un pollo? ¿Sabes qué tipo de mujer o de hombre quieres? El que hace que tu corazón cante, el que se alinea a tu modo de ser, el que te ama sencillamente como eres. ¿Por qué engañarte con otra cosa? ¿Por qué no conseguir lo que quieres? ¿Por qué fingir que alguien se ajusta a lo que no es? No significa que no quieras a esa persona. Significa que haces una elección y dices sí o no porque también te amas a ti mismo. Haces una elección y eres responsable de tus elecciones.




Después, si esas elecciones no funcionan bien, no te culpes a ti mismo. 
Sencillamente, haz una nueva elección. 

Pero imaginemos que te compras un perro y adoras a los gatos. Quieres que tu perro se comporte como un gato e intentas cambiar al perro porque nunca dice:
«Miau». ¿Qué estás haciendo con un perro? ¡Búscate un gato! Esta es la única manera de empezar una relación maravillosa. En primer lugar tienes que saber lo que quieres, cómo lo quieres y cuándo lo quieres. Tienes que saber exactamente cuáles son las necesidades de tu cuerpo, cuáles son las necesidades de tu mente y qué se adapta bien a ti.




Existen millones de mujeres y de hombres y cada una de estas personas es única.Pues bien, de entre todas ellas, alguna será una buena pareja para ti y otras no lo serán en absoluto. Es posible amar a cualquiera; pero para tratar con una persona a diario necesitarás a alguien cuya forma de entender la vida sea más próxima a la tuya. Esa persona no necesita ser exactamente como tú; bastará con que ambos seáis como una llave en la cerradura: una unión que funciona.


Necesitas ser sincero contigo mismo y sincero con todas las personas. Proyecta lo que sientes que eres verdaderamente y no finjas ser lo que no eres. Es como si estuvieses en un mercado: te vas a vender a ti mismo y también vas a comprar. Para comprar quieres ver la calidad del género. Y por lo tanto, a la hora de vender, es necesario que les muestres a los demás lo que tú eres. No se trata de ser mejor o peor que otra persona; se trata de serlo que eres.




Si ves lo que quieres, ¿por qué no arriesgarte? Pero si ves que no es lo que quieres, ya sabes que vas a pagar por ello. Después no vayas por ahí llorando y diciendo: «Mi amante me trata mal» cuando tú mismo lo veías tan claro. No te mientas a ti mismo.
No inventes en la gente lo que no tiene. Este es el mensaje. Si sabes lo que quieres, descubrirás que es exactamente igual a la relación que tienes con tu perro, sólo que mejor.



Mira lo que tienes ante ti; no te ciegues ni finjas ver lo que no está ahí. No niegues lo que ves sólo para conseguir una mercancía cuando la mercancía no se adapta a tus necesidades. Cuando compras algo que no necesitas acaba en el trastero. Lo mismo ocurre con una relación. Evidentemente, puedes tardar años en aprender esta dolorosa lección, pero es un buen comienzo. Si eres capaz de empezar bien, el resto será más fácil porque podrás ser tú mismo.




Quizá ya hayas invertido una cantidad determinada de tiempo en una relación. Si decides continuar manteniéndola, te será posible volverla a iniciar aceptando y amando a tu pareja tal y como es. Ahora bien, lo primero que tendrás que hacer es dar un paso atrás. Tendrás que aceptarte y amarte a ti mismo tal y como eres. Sólo amándote y aceptándote a ti mismo, sencillamente como eres, te será posible ser y expresar lo que eres. Eres lo que eres y no hay más. No necesitas fingir que eres otra persona, porque cuando uno finge ser lo que no es, siempre acaba fracasando.



Una vez que te has aceptado a ti mismo sencillamente como eres, el siguiente paso consiste en aceptar a tu pareja. Si decides estar con una persona, no intentes cambiar nada de ella. Haz lo mismo que con tu perro o con tu gato, permítele que sea quien ella es. Tiene derecho a ser quien es; tiene derecho a ser libre. Cuando inhibes la libertad de tu pareja, inhibes la tuya propia porque tienes que estar ahí para ver lo que tu pareja hace o deja de hacer. Pero si de verdad te amas a ti mismo, nunca renunciarás a tu libertad personal.

¿Eres capaz de ver las posibilidades que ofrece una relación? Explóralas. Sé tú mismo. Encuentra a una persona que se adapte a ti. Arriésgate, pero sé sincero. Si funciona, sigue adelante. Si no funciona, entonces hazle un favor a tu pareja y a ti mismo: márchate; permite que se vaya. No seas egoísta. Ofrécele la oportunidad de descubrir lo que realmente quiere, y a la vez, ofrécetela a ti mismo. Si no va a funcionar, es mejor mirar en una dirección distinta. Si no eres capaz de amar a tu pareja tal como es, debes saber que hay alguien que sí lo hará. No pierdas tu tiempo y tampoco le hagas perder el suyo. Eso es respeto.



Si tú eres el suministrador y tu pareja es la adicta, y eso no es lo que tú quieres, quizá te sentirías más feliz con otra persona. Pero, si decides mantener esa relación, haz siempre lo máximo que puedas. Haz lo máximo que puedas porque tú serás quien recogerá la recompensa. Si amas a tu pareja tal como es, si eres capaz de abrirle completamente tu corazón, alcanzarás el cielo a través de ese amor.



Ahora bien, si tienes un gato y lo que quieres es un perro, ¿qué hacer? Empieza a practicar desde este punto. Apunta hacia un nuevo principio, cortando todas tus ataduras con el pasado y empezando de nuevo otra vez. No necesitas mantener vínculos con el pasado. Todos nosotros somos capaces de cambiar y este cambio puede ser para bien. Se trata de un nuevo principio para ti a fin de que perdones todo lo ocurrido entre tu pareja y tú. Libéralo porque sólo se trataba de una cuestión que tenía importancia para ti. Sólo se trataba de un malentendido. Sólo se trataba de alguien herido que intentaba desquitarse. No merece la pena desperdiciar la posibilidad de alcanzar el cielo en una relación por lo que fuera que ocurriese en el pasado. Ten el valor de esforzarte el ciento por ciento en conseguirlo, y si no, libéralo. Libera el pasado y empieza cada día con un nivel más alto de amor. Esto mantendrá el fuego encendido y hará que tu amor crezca todavía más.



Por supuesto, detente a reflexionar en lo que significa tener buenos y malos momentos. Si un mal momento significa ser maltratado emocional o físicamente, no sé si la pareja debería continuar. Pero si pasar un mal momento significa que uno de los dos ha perdido el trabajo o tiene problemas laborales o que ha sufrido un accidente, eso es otra cuestión.


 Ahora bien, si los malos momentos provienen del miedo, de la falta de respeto, de la humillación o del odio, evidentemente no sé cuántos malos momentos es capaz de sobrevivir una pareja.



En la relación con tu perro puedes tener un mal momento por la razón que sea: un accidente, un mal día en el trabajo o cualquier otra cosa. Llegas a casa y allí está el perro ladrándote, moviendo la cola y buscando tu atención. No tienes ganas de jugar con él, pero el perro sigue ahí. Si tú no quieres jugar, él no se sentirá herido porque no se lo toma como algo personal. Una vez que haya celebrado tu llegada y descubierto que no quieres jugar con él, se pondrá a jugar él solo. No seguirá insistiendo en que seas feliz.



Hay veces, incluso, en que te sientes más apoyado por tu perro que por la pareja que quiere hacerte feliz. Si no tienes ganas de sentirte feliz y sólo quieres permanecer tranquilo, no es nada que haya que tomarse como algo personal. No tiene nada que ver con tu pareja. Quizá tienes un problema y sólo necesitas estar tranquilo. Sin embargo, tu silencio puede llevar a que tu pareja haga muchas suposiciones: «¿Qué le he hecho ahora? Es por mi culpa». No tiene nada que ver con tu pareja; no es nada personal. Si se te deja en paz, la tensión se desvanecerá y volverás a recuperar la felicidad.



Esa es la razón por la que la llave tiene que encajar en la cerradura, para que en el momento en que uno de los dos atraviese una mala racha o una crisis emocional, salga a relucir vuestro acuerdo de permitiros mutuamente ser lo que sois. De este modo, la relación es algo distinto; tiene otras características y puede ser algo realmente bello en su totalidad.



La relación es un arte. Resulta más difícil dominar el sueño que crean dos personas que el que crea sólo una. Para que los dos seáis capaces de mantener la felicidad, será necesario que mantengas tu mitad en perfecto estado. Eres responsable de tu mitad, que contiene una determinada cantidad de basura. Tu basura es tu basura. Y quien tiene que hacerse cargo de ella eres tú, no tu pareja. Si tu pareja intenta limpiar tu basura acabará con la nariz rota. Tenemos que aprender a no meter la nariz donde no nos llaman.
Y lo mismo sucede con la mitad de tu pareja. Tu pareja tiene determinada cantidad de basura. Sabes que la tiene y le permites que sea ella quien se ocupe de limpiarla. Pero la querrás y aceptarás con toda su basura. Respetarás su basura. No mantienes una relación para limpiar la basura de tu pareja; que lo haga ella misma.



Aun en el caso de que tu pareja te pida ayuda, tienes la posibilidad de decirle que no. Decir no, no significa que no la ames o que no la aceptes; significa que no eres capaz o que no quieres jugar a ese juego. Por ejemplo, si tu pareja se enfada puedes
decirle: «Tienes derecho a enfadarte, pero yo no tengo por qué estar enfadado porque tú lo estés. No he hecho nada para provocar tu enfado».




No hay ningún motivo para aceptar el enfado de tu pareja, pero puedes permitirle que esté enfadada. No hay ninguna necesidad de discutir; sencillamente permite que sea quien es y que se cure sin intervenir. Y también es posible convenir que ella no interfiera en tu propio proceso de curación.



Digamos que eres un hombre, que eres feliz y que, por la razón que sea, tu pareja no es capaz de ser feliz. Tiene problemas personales; está ocupándose de su basura y se siente desgraciada. Como la amas, la apoyas, pero apoyarla no significa que tú tengas que ser infeliz sólo porque ella lo es. Ese no es apoyo de ninguna clase. Si ella es desgraciada y tú también empiezas a sentirte desgraciado, al final os hundiréis los dos.



Ahora bien, si tú te mantienes feliz, esta felicidad será capaz de devolverle a ella la suya.




De la misma manera, si tú te sientes deprimido y ella es feliz, esa felicidad que ella siente será tu apoyo. Por tu propio interés, permite que sea feliz; ni tan siquiera intentes rebajar esa felicidad. Ocurra lo que ocurra en tu trabajo, no llegues a casa y le eches encima tu veneno. Quédate callado y hazle saber que no se trata de nada personal; sencillamente estás ocupándote de ti mismo. Dile: «Sigue siendo feliz, continua jugando y yo me uniré a ti cuando sea capaz de disfrutar de tu felicidad. Ahora mismo necesito estar a solas».
Si comprendes el concepto de la mente herida, comprenderás la razón por la que las relaciones románticas resultan tan complicadas. El cuerpo emocional está enfermo.



Tiene heridas; tiene veneno. Cuando no somos conscientes de que estamos enfermos o de que nuestra pareja está enferma, nos volvemos egoístas. Las heridas duelen y tenemos que protegerlas incluso de la persona a la que amamos. Pero si somos conscientes de eso, podemos establecer unos acuerdos distintos. Cuando somos conscientes de que nuestra pareja tiene heridas emocionales y la amamos, indudablemente hacemos todo lo posible para no tocárselas. No la empujamos para que sane sus heridas y tampoco queremos que nos empuje a nosotros para que sanemos las nuestras.



Arriésgate y hazte responsable de establecer un nuevo acuerdo con tu pareja: no un acuerdo que hayas leído en un libro, sino un acuerdo que os funcione a vosotros. Si no va bien, sustitúyelo por otro nuevo. Utiliza tu imaginación para explorar nuevas posibilidades, para crear nuevos acuerdos que se basen en el respeto y el amor. La comunicación basada en el respeto y el amor es la clave para mantener vivo el amor y no aburrirse nunca en la relación. Se trata de encontrar tu voz y de nombrar tus necesidades. Se trata de confiar en ti mismo y en tu pareja.



Lo que vas a compartir con tu pareja no es la basura, sino el amor, la relación romántica, la comprensión. El objetivo que persigues para los dos es ser cada vez más felices, y para alcanzarlo es preciso tener cada vez más y más amor. Eres el hombre perfecto o la mujer perfecta, y tu pareja ese ser humano perfecto, del mismo modo que el perro es el perro perfecto. Si tratas a tu pareja con amor y con respeto, ¿quién saldrá beneficiado? Nadie más que tú.
Sana tu mitad y serás feliz. Si eres capaz de sanar esa parte de ti, entonces estarás listo para establecer una relación sin miedo, sin necesidad. Pero recuerda, sólo puedes curar tu mitad. Si mantienes una relación y trabajas en tu mitad y tu pareja trabaja en la suya, verás con qué rapidez se progresa.



El amor es lo que te hace feliz, y si te conviertes en el sirviente del amor y tu pareja en la sirviente del amor, imagínate todas
las posibilidades que se te abrirán. Llegará el día en que serás capaz de estar con ella sin sentir culpabilidad ni recriminaciones ni enfados ni tristeza. Ese día será maravilloso, te abrirás por completo sólo para compartir, para servir, sólo para dar tu amor.
Una vez que te decides a formar pareja estás ahí a fin de servir a la persona que amas, a la persona que eliges. Estás ahí para servir tu amor a tu amante, para serviros mutuamente. En cada beso, en cada caricia, sentís que ambos estáis ahí para satisfacer a la persona que amáis sin esperar nada a cambio. Más que de sexo, se trata de estar juntos.



El sexo también se vuelve maravilloso, pero es completamente distinto. El sexo se convierte en una comunión; en una entrega absoluta, una danza, un arte, una suprema expresión de la belleza.



Puedes establecer un acuerdo que diga: «Me gustas; eres maravillosa y me haces sentir muy bien. Yo traeré las flores y tú la música suave. Bailaremos y ambos nos elevaremos hasta las nubes». Es precioso, es maravilloso, es romántico. 

Ha dejado de ser una guerra de control; ahora se trata de servirse. Ahora bien, sólo es posible hacer esto cuando el amor que te tienes a ti mismo es muy profundo.

Je Que Dios te bendiga.
Gracias.

Marta Gomez Una cancion para ti

sábado, 25 de febrero de 2012



En busca del lugar al que pertenezco.... esta canción me hace soñar.

Mi luz, donde estás tú.

domingo, 15 de enero de 2012

La luz que tú apagas está en mi interior. 


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