Dicen que las penas con pan son menos, pero la verdad es que a mí, con penas, el pan no me sabe a nada.
Hoy intenté comer junto a mi princesa y no pude, sólo un poco de sopa y nada más.
Hay en mi un fuerte dolor, pues cosas, acontecimientos en mi vida van y vienen y de repente no sé como afrontarlos, quizas sean mi culpa.
Intenté hablar con mi Eterno Amigo y pedirle me escuchara, pero no tengo ojos ni para mirarlo... y necesito de Él, ahora más que nunca.
Alguna vez has sentido lo mismo? cuando un pan se vuelve nada en tu boca.
Se supone debe alimenarte y llenarte de dulzura y cosas ricas, ser una oportunidad de alegre convivencia, si no con otros, por lo menos contigo mismo y con Él.
Amanecí mirando cielos de colores pero ahora necesito cerrar los ojos y hablar.