Maravillosas coincidencias y una espera sin fin.

jueves, 23 de junio de 2016
“No se fíe de la apariencia de la gente. Las personas más peligrosas suelen tener un aspecto de lo más seductor: fascinantes, divertidas, impulsivas, arriesgadas, que viven al límite. A menudo esos rasgos externos nos ciegan y no vemos el peligro. Aprenda a mirar con el corazón, no con los ojos.” Brian Weiss.

Hace mucho no vengo aquí, aunque eso no significa que mis pensamientos o mis sentimientos hayan quedado en pausa. Desde luego que no.

Desde la última vez que escribí muchas cosas hermosas han ocurrido. Nuevamente he encontrado paz en mi alma, que a pesar de no estar del todo tranquila, por lo menos ya no siente tanto dolor, ni se muere a cada segundo.

Llegué a esta nueva etapa con una feliz conciencia de todo lo vivido, de todo lo aprendido y sobre todo el valor de cada decisión. Asumiendo de otra forma las consecuencias de cada uno de mis actos.

Mi corazón no se ha salvado de llenarse de miel y después verse nuevamente solo y triste, pero no es de lo que quiero escribir hoy.

HOY quiero escribir del regreso de mi sonrisa, desde el estómago.

Había dejado de sonreir, no podía sentirla; a veces una mueca en su lugar aparecía, pero lo cierto es que la serie de sucesos ocurridos en mi vida a partir de "la última vez... y el adiós"  hicieron que cada vez hubiera menos motivos para sonreir de verdad, para sentirlo desde lo más profundo, para sonreir con toda franquesa y sintiendo la emoción que una simple sonrisa conlleva.

Un día de octubre un "Hola", hizo que todo cambiara, todos los días empezaron a ser diferentes y al hablar de algunas coincidencias y repasar lo hecho y lo dejado de hacer, me hizo liberarme de muchos de esos sentimientos que no permitían que mi vida fluyera con naturalidad.

Era una voz conocida, hacía muchos años me había provocado desde risas hasta llanto y junto con esto la decisión de ser precavida en cualquier situación parecida frente a desconocidos.

Desde ese "Hola", raras fueron las ocasiones en las que no compartimos lo sucedido en el día; su sentido del humor fue/ha sido la mejor forma de repensar mi vida y sobretodo,  recuperar mi sonrisa.  

Hasta hace unas horas, me sentía triste al creer que nunca más volvería a escuchar sus tonterías.  Pero definitivamente,  estoy clara en que mucho del recuperar la sonrisa,  desde el lugar más profundo de mi ser,  es a él que se lo debo.  

Por eso,  por siempre estaré agradecida y sin duda te quiero.  

Por algún motivo hemos coincidido en esta vida y mi corazón sabe que no necesita ojos para disfrutar tan grata compañía.