Hasta pronto Abuela. Gracias.

jueves, 17 de abril de 2014
Tenía una manos maravillosas, capaces de quitarme cualquier dolor en un instante, con un suave masaje y sus buenas palabras.

Hasta ese día, en su memoria estaban todos los recuerdos y las historias de familia. No olvidaba a nadie, sabía santo y seña de los hechos y era una picara. Yo no conocía esa parte, pero de repente salía y era muy divertida.

No la vi el día de su cumpleaños, al día siguiente todo empezó...
Hospital, atención, su cuerpo pequeño. Ya nada volvió a ser igual.

Por varios días apenas y abría sus ojos. Luego parecía escuchar. 
Con mamá realizó movimientos, pero ya no volvió a hablar. 
Ni un paso más; Ni un movimiento. 

Cuando la dieron de alta, fui a verla a su casa. 
Rezamos juntas.

Abuela, de estos últimos meses me quedo con tu sonrisa para tu nieta loca, que te enseñaba como se había modernizado el Rosario. 
Me quedo con tus grandes ojos abiertos con emoción cuando viste que era yo quien te iba a ver.

No puedo ir a verte... A despedirme de ti.
Hoy no puedo, pero estas en mi corazón y te abrazo mi vieja hermosa. 

Ya querías irte, desde hace mucho. Dios te quería aquí con nosotros un poco más. 
Te voy a extrañar mucho abuela. 

Te fuiste en jueves santo, acompañándolo... Así cómo el siempre te acompañó.

Gracias por todo lo que nos diste, por tus llamadas, por mis gorditas de maíz, por los recuerdos del origen de la familia, por tu fuerza y tu silencio. Por preocuparte por mi,  por cuidar de todos; sobre todo por tus oraciones de todos los días y cuando más las necesité.  Por escuchar sin juzgarme y por amar sólo porque sí.  


Quė va ser de ella, qué va a ser de él? 

Collar de perlas, suena esta noche para ti.
Te amo mi hemoshaaaaaa.


Por él.

martes, 15 de abril de 2014
Hace unos días, me di a  la tarea de realizar un proyecto. De esos que implican papeles, colores, cartones, tiempo e imaginación.

Creí que sería una tarea sencilla.

Desde el comienzo, me sorpredí dando vueltas en mi cabeza para plasmar en un papel las medidas que tendría y los cortes que debía realizar. Los números no es lo mio, y mucho menos en un dibujo con medidas. No sé porque, pero por más que él se esforzó, es algo que nunca lograba entender y simplemente no entraba en mi cabeza.

Después de varios intentos, finalmente logré entender la forma en que debía estructurar y armar.

Luego, teniendo los materiales a mano, en un segundo hice una pausa... me resultaba imposible continuar. ¡necesitaba una escuadra!

Yo?? Necesitaba una escuadra?? vaya que fue una sorpresa. Siempre había hecho esas cosas al cálculo. Tratando de que quedara lo mejor posible. No muy preocupada por exactitudes. Pero así fue... no podía continuar.

Al principio esa situación me puso un poco de malas. me cuestionaba ¿Cómo era posible que ahora se me ocurriera tal cosa?, pero dentro de mí sabía que en algún momento de mi vida había aprendido otra forma de hacerlo y tomarme el tiempo para conseguir la escuadra y hacer mis cortes, reduciría las posibilidades de error y me sentiría más satisfecha con mi trabajo.

Compré herramientas para hacer cortes más finos y exactos, escuadras para tomar medidas y un cuadernillo en el que garabateaba una y otra vez la idea que trataba de plasmar.

Luego, me senté bajo el cuadro rojo; lloraba un poco recordando lo mucho que aprendí y sobre todo lo mucho que tengo que agradecer.

Esta es la historia de un proyecto que necesitó una escuadra. Pero en realidad, en mi vida ha habido muchos momentos más en los que he echado mano de muchas herramientas, formas nuevas, enseñanzas y aprendizajes que recibí de él, porque nadie es muy bueno y nadie es muy malo.

Por eso hoy te voy a acompañar con una copa de vino tinto y este aroma a tierra mojada, bañada por el sol; así a la distancia, porque así no puedes negarme nada.

Gracias Dios, por la dicha de su existencia y el tiempo compartido.

Namasté!

Me he acostumbrado...

sábado, 5 de abril de 2014
"Es cierto que el sufrimiento ha estropeado mi sonrisa, que las lágrimas han dibujado profundos surcos en mis mejillas, que el corazón duele más de lo normal, y gotea latidos pausadamente, como sin vida, como sin ilusión. Es más que verdad que no encuentro paz en nada, y que la tristeza se ha convertido en mi vicio favorito, que nada me conmueve y me hace sentir viva.
Me acuesto con la soledad, me levanto con la soledad, me cubro con la nostalgia, y me visto no ya de colores, no ya de alegría. Todo me sabe insípido. El insomnio me hace compañía, mientras mis pensamientos deambulan por algún lugar lejos de mí.

Pero también es cierto, que a pesar de todo, a pesar de que algo en mi se rompió, de que ya no sienta el sol tostando mi piel, de que ya no perciba el dulce olor de las flores, de que ya no me alegre con un atardecer, o no disfrute la lluvia, el café matutino, mi libro predilecto, hay algo en mí que está vivo, que me invita a luchar, y me susurra que soy fuerte, que soy una guerrera, que no me deje vencer. Porque aún mi alma canta, mi corazón danza. Porque aún soy una niña, aunque me vista con la realidad, que sueña, que ríe, que llora, que es cursi al extremo, y piensa que todo puede cambiar para mejor.

Una niña que juega y habla con la luna, que se despeina con el viento, mientras danzan al son de la alegría. Una soñadora eterna, que aún cree en los milagros, en el amor…..ella está ahí, acurrucada, en mi corazón, en mis ganas de luchar, de vivir, sólo es cuestión de despertarla y volverla a la vida".