Algunas cosas están destinadas a no ser. A no ser la primera ni la segunda vez. Aunque también estoy cierta que si no son una cosa pueden ser otra.
Por supuesto que debe haber aquéllas que simplemente no serán y ese será también su destino.
Hay dentro de mi alma, aún, un hueco profundo. Una interrogante que no me deja en paz.
Tal vez porque después de todo la única que sintió ese llamado fui yo. Porque sólo yo supe de la angustia que me llevó a investigar, a preguntar, a buscar. Por eso me siento incompleta, con una pieza faltante. Como si aquel tesoro que tanto valor tenía para mi, de repente me lo hubieran robado. Justo cuando lo tenía en mis manos para ayudarle a brillar una vez más.
No buscaba que brillara para mi. Quería que brillara para el mundo, para la vida.
Pero nadie, absolutamente nadie sabe cómo es; precisamente porque nadie sabe como fue. Ni siquiera yo misma acabo de comprender que fue lo que sucedió; Nadie, absolutamente nadie sabe cómo ese llamado vibró intensamente dentro de mi.
He aprendido que debo esperar a que pidan mi ayuda. Antes no servirá de nada y sólo aleja a quienes quiero.
Tengo un oído atento y unos ojos ávidos de responder. Pero también se ser paciente y sólo decir... aquí estaré por si me necesitas.
Esta conexión de sueños y almas sólo yo la tuve.
Lo demás, no importa cómo o cuantas veces yo lo piense... lo demás está en manos de Dios.
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